NUESTRA PATRONA

Il·lumineu la catalana terra!
La iglesia actual tiene como patrona principal a la Mare de Déu de Montserrat. La imagen que se venera en la iglesia no es una reproducción de la talla original románica, custodiada en el famoso santuario benedictino, sino una reproducción libre. Colocada en lo alto del ábside, en el camarín, preside, junto con su Hijo, el camino de nuestra comunidad franciscana y parroquial, e intercede por nosotros para «guiar-nos cap al Cel», como canta el Virolai, famoso himno compuesto por Mosén Jacint Verdaguer.  

Cuenta la leyenda que unos pastores estaban pastoreando sus ovejas cerca de la montaña de Montserrat y descubrieron la imagen de madera en una cueva, en medio de un misterioso resplandor y cantos angelicales. La preciosa imagen fue depositada en una ermita cercana, donde permaneció hasta que se construyó el monasterio benedictino. La Virgen original es de estilo románico. El color oscuro se atribuye al humo de innumerables velas y lámparas que durante siglos se han encendido ante la imagen día y noche. Por esto la llaman con cariño la «Moreneta».

Para los frailes de esta comunidad es un gran privilegio contar en nuestra iglesia con esta presencia especial de María, pues la Orden Franciscana, desde los inicios de su andadura allá por el siglo XIII, ha mostrado siempre un afecto especial hacia la Virgen, de quien el Hijo de Dios recibió “la carne verdadera de nuestra humanidad y fragilidad” (S. Francisco, Carta a los fieles II) y a través de la cual “el Señor de la gloria se hizo hermano nuestro” (2Celano 198). San Francisco nos ha legado a sus hermanos esta humilde certeza: es la Santa Trinidad quien levanta con infinito amor esa iglesia que es la Virgen María y la consagra para que sea “palacio, tabernáculo y casa de Dios”; es la Santa Trinidad quien teje ese “vestido” precioso de Dios; es la Santa Trinidad quien hace a María, la joven de Nazaret, “sierva de Dios y Madre de Dios”. A Ella, Madre de toda bondad, le pedimos: “ruega por nosotros ante tu santísimo amado Hijo, Señor y Maestro” (S. Francisco, Ant. Oficio de Pasión).


ORACIÓN DE OFRECIMIENTO A LA VIRGEN

Santa Virgen María, venerada en esta tierra catalana como Madre de Dios de Montserrat: te saludamos y te invocamos con las palabras del ángel: “Llena de gracia”, el nombre más bello con el que Dios mismo te llamó desde la eternidad.

“Llena de gracia” eres tú, María, colmada del amor divino desde el primer instante de tu existencia, providencialmente predestinada a ser la Madre del Redentor e íntimamente asociada a él en el misterio de la salvación.

Madre de Dios y Madre nuestra, que eres para todos signo de segura esperanza y de consuelo, tu belleza inmaculada nos garantiza que es posible la victoria del amor; más aún, que es cierta; nos asegura que la gracia es más fuerte que el pecado y que, por tanto, es posible el rescate de cualquier esclavitud.
 
Virgen Santa, concédenos colaborar contigo en tu lucha contra el Maligno, príncipe engañador de este mundo, que corroe los corazones, las familias, las relaciones humanas y las relaciones entre los pueblos, y la misma Iglesia. Tú eres la Mujer victoriosa, que con tu Hijo aplastas la cabeza a la serpiente.

Sé madre amorosa para nuestros jóvenes, para nuestros niños, para las familias, para los ancianos y enfermos; enséñanos a ser solidarios con quienes pasan dificultades, a colmar las desigualdades sociales cada vez más grandes; ayúdanos a cultivar un sentido más vivo del bien común, y a hacer cada uno, con conciencia y empeño, nuestra parte para construir una sociedad más justa y solidaria.

Muéstrate Madre de todos, oh María, y danos a Cristo, única esperanza del mundo, hasta que todos lleguemos un día contigo, con San Francisco, San Antonio, San Maximiliano y todos los santos, a adorar por siempre al Padre del cielo, que te eligió desde la eternidad para ser la Madre de su Hijo amado por obra del Espíritu Santo. Amén.